Berlín con niños: 4 días de cultura, juegos y risas
Día 1: Historia y diversión en el corazón de Berlín
¡Hola, queridos lectores! El comienzo de nuestra aventura en Berlín nos llevó directamente al corazón de esta increíble ciudad. La Puerta de Brandeburgo nos dio la bienvenida con su majestuosidad. Es uno de esos lugares que te dejan sin aliento, no solo por su tamaño, sino por todo lo que representa. Emma y Marcos, con sus ojitos brillantes, corrían alrededor de las columnas jugando a las escondidas. No podía dejar de pensar en cuánta historia ha presenciado este monumento. Entre risas y fotos, pasamos un buen rato allí.
Muy cerca, decidimos caminar por el Memorial del Holocausto. Si bien es un lugar que evoca momentos oscuros de la historia, lo usamos como una oportunidad educativa para hablar con Emma y Marcos sobre la importancia de la paz y el respeto. Eneko y yo intentamos explicarles, a su nivel, la relevancia de este memorial.
Después de esa experiencia reflexiva, el estómago nos pedía algo delicioso. Y, ¿qué mejor que probar uno de los kebabs más famosos de Berlín? En Mustafas Gemüse Kebap nos deleitamos con sus especialidades. ¡Vaya que los niños disfrutaron! Y confieso que Eneko y yo también.
Para terminar el día con un toque de diversión y naturaleza, nos dirigimos al Zoo de Berlín. Marcos, con sus ojos brillantes, no paraba de hablar de los pandas, mientras que Emma se sintió fascinada por los elefantes y sus travesuras. Para terminar el día, encontramos un acogedor café cerca del zoo, donde disfrutamos de unos deliciosos strudels de manzana y chocolate caliente.
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Día 2: Tecnología, ciencia y juegos
El segundo día en Berlín nos llevó a un viaje entre la tecnología y la ciencia. Empezamos en el Museo de Tecnología de Berlín. Desde el momento en que entramos, los niños estaban emocionados. Los enormes trenes, aviones y exposiciones interactivas hicieron volar su imaginación. Emma se sintió atraída por la sección aeroespacial, mientras que Marcos no podía dejar de jugar en las áreas interactivas destinadas a la física y la mecanización.
Después de una mañana llena de aprendizaje, necesitábamos un respiro. El Parque Gleisdreieck fue el lugar perfecto. Es un espacio verde en medio de la ciudad, con áreas de juegos, fuentes y senderos. Los niños corrieron, jugaron y se divirtieron mientras Eneko y yo descansábamos y disfrutábamos del paisaje.
Con el hambre llamando, decidimos probar las famosas hamburguesas de Burgermeister. Ubicado debajo de un puente de tren, el lugar tiene un encanto único. Las hamburguesas eran jugosas y deliciosas, y las risas de los niños al intentar comer sin ensuciarse resonarán en mi memoria por mucho tiempo.
La tarde la dedicamos al mundo mágico de Lego en el Legoland Discovery Centre. Entre construcciones gigantes, talleres y atracciones, los niños (¡y admito que nosotros también!) se sumergieron en un universo de creatividad y diversión. Ver a Emma y Marcos construir sus propias creaciones y luego compararlas con las gigantescas estructuras del centro fue, sin duda, uno de los momentos más destacados del día.
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Día 3: Arte, cultura y naturaleza
¡Vaya día de inmersión cultural hemos tenido! Comenzamos el día en la East Side Gallery, la parte conservada del Muro de Berlín transformada en galería de arte al aire libre. Cada grafiti cuenta una historia, y no solo es una muestra del talento artístico, sino también un recordatorio de la historia de Berlín. Los colores y mensajes llenaron de curiosidad a Emma y Marcos. Me encantó ver cómo intentaban interpretar cada mural a su manera. Emma incluso sacó su libretita y comenzó a dibujar su versión de algunos grafitis. Marcos, por su parte, preguntaba constantemente sobre el significado de las imágenes. Un verdadero momento de aprendizaje para ellos.
Después, nos dirigimos a la Isla de los Museos y visitamos el Museo de Pérgamo. Las reconstrucciones de antiguos edificios y templos, como la Puerta de Ishtar de Babilonia y el Altar de Pérgamo, nos transportaron a otro tiempo. Marcos se sintió como un pequeño aventurero explorando ruinas antiguas, mientras que Emma quedó fascinada con la intrincada arquitectura y las historias detrás de cada exposición.
Al salir, nos tomamos un momento para disfrutar del ambiente relajado a orillas del río Spree. Había artistas callejeros, músicos y mucha gente disfrutando del sol. Decidimos tomar un pequeño crucero por el río para descansar los pies y ver la ciudad desde una perspectiva diferente. Los niños se emocionaron al ver los edificios y puentes desde el agua.
Para el almuerzo, elegimos Zur letzten Instanz, el restaurante más antiguo de Berlín. ¡Qué experiencia! El lugar está lleno de historia y la comida es simplemente deliciosa. Los niños disfrutaron de platos tradicionales alemanes, mientras Eneko y yo optamos por algunas especialidades locales.
Por la tarde, paseamos por Alexanderplatz, una de las plazas más emblemáticas de la ciudad. Los niños se divirtieron viendo las fuentes y el Reloj Mundial. También aprovechamos para subir a la Torre de TV y disfrutar de una vista panorámica de Berlín. ¡Qué espectáculo!
Para cerrar el día, decidimos relajarnos en el Parque Tiergarten. Es el pulmón verde de Berlín y un lugar perfecto para que los niños corran y jueguen. Mientras ellos disfrutaban en el área de juegos, Eneko y yo nos tomamos un momento para descansar y disfrutar de la naturaleza.
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Día 4: Despedida con sabor dulce
Nuestro último día lo dedicamos a explorar Alexanderplatz y la Torre de TV. Las vistas desde la torre son impresionantes. Después, fuimos a Ritter Sport Bunte Schokowelt para hacer nuestras propias barras de chocolate.
Almorzamos en Monsieur Vuong, un delicioso restaurante vietnamita. Y para cerrar, merendamos en Café Einstein y fuimos corriendo al aeropuerto.
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